Fotografía: © Maria Puig 2015
Este post es mi testimonio acerca de cómo el pilates me ayuda a cuidar y proteger mis articulaciones, desarrollar una mayor concentración e incluso, me atrevo a decir, adquirir estabilidad mental a la hora de competir.
La idea de escribir este artículo para vosotros empezó el pasado jueves cuando Vicente, el entrenador de atletismo, en la pista me pregunto: “Raquel, ¿qué es el pilates? Por favor hazme una demostración”. Me resulta más sencillo sentir y ejecutar que expresar, aunque las palabras que se me ocurren para narrarlo me parecen lo suficientemente buenas a la hora de plasmar con fuerza aquello que os quiero mostrar.
Enero 2010. Tras sufrir un accidente y arrastrar una lesión en mi brazo derecho como consecuencia de una quemadura de 2º y 3º grado en mi mano derecha, muchas sesiones de rehabilitación y, ¡gracias a Dios!, me recomendaron a Cristina. Mi primer contacto con el Pilates fueron muuuuuuchas clases individuales con reformer. Os hablo de esto porque en aquellos tiempos mis objetivos eran bien distintos a los resultados obtenidos. Tuve el gusto de conocer esta disciplina deportiva y nunca hubiera creído que me sería de tanta utilidad.
La primera diferencia abismal la encontré en mi segundo Camino de Santiago. Después de llevar todo un año con esta rutina en la que trabajaba desde el dedo pequeño del pie hasta los pelos de la cabeza resultó que la mochila “no me pesaba”. Corsé abdominal, como diríamos los pilater@s abrí con llave mi mansión del poder y fue genial. Mediante sesiones de corrección postural, de equilibrio y tonificación había trabajado para no acabar lesionada y yo ni siquiera lo sabía, así que imaginaos como disfruté.
Le siguieron otro año de clases y el circuito a pie por la Marina Alta. La verdad, estaba encantada. Muchas veces lo comentaba con Cristina, mejoré mi pisada con la posición de la espalda. Los resultados se iban viendo progresivamente, así que como todo en la vida requiere tiempo, vistas mis necesidades no lo podía dejar.
Mi tercer Camino de Santiago, otro circuito a pie por la Marina Alta, mis primeros pinitos en carrerillas de montaña, y yo constante en la disciplina. Al salir de mis clases no sólo trabajaba la tensión y el acortamiento de mis músculos flexores y extensores, sino que también aumentaba mi bienestar: ¡exhalando y estirando eliminaba los restos de cansancio y fatiga!
Soy una apasionada de desarrollar facetas, aunque esta sé que la empecé ya desde pequeña con tantos años de gimnasia rítmica, ¡Raquel proyecta! Sin embargo, fueron las lecciones de Ana las que me han reforzado más. Horas de calidad invertidas de mi vida, gracias Ana, tanto especializarnos en corrección me sirve en mis clases, para correr con criterio y seguridad, y trabajar de forma ordenada. En la actualidad ya tengo mi título como instructora de Pilates Matwork. Aquí estoy, sigo fortalecida y llena de energía que quería compartir con vosotros.
Mi objetivo como corredora es continuar aplicando la contrología para prevenir y compensar errores de runner, seguir sin lesionarme y poder disfrutar de mis deportes, ¡dar rienda suelta a mis zancadas!
Si quieres conocer los secretos del pilates, te esperamos.
¡Disfruta de tus kilómetros!