No puedo vivir controlándolo todo, ¡no nací para decirle al Sol cuando debe salir ni marcarle a la lluvia cuando ha de venir! No sé si ganaré o perderé, tampoco puedo atreverme a decirle a otro qué camino seguir, sólo puedo ofrecerte mi hombro para llorar, mis orejas para escuchar o mis manos para abrazar. Lo siento. Siéntate y cuenta.
Tranquilo.
La vida es así. Para ser sincera, a mí me encanta, ¿qué sería de una vida calmada? Sin dolor no hay gloria, sin tristeza felicidad, todo monotonía. Prefiero cosas que pasen en un rato o cosas que duren mucho, porque todo es fugaz. Llenarme de aventuras porque el camino recto y asfaltado como comprobé no lo es, al menos desde la experiencia de mis tres compostelas. Además hay muchos bancos dónde sentarnos, y charlar espero más rato.
No nacemos con un contrato que indique los principios a seguir para ser perfectos, nacemos para vivir y eso es real, el resto secundario.
La llave es tuya. Recuerda salir a tomar el aire y cuando regreses cierra, por cierto si prefieres estar fuera no dejes abierto, para evitar corrientes.
Fotografía: © Maria Puig 2016